Arturo y el paquete
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Arturo y el paquete
No siempre las cosas se ponen bien por el arte. Hay que considerar las limitaciones del artista, la calidad de los productos, la inspiración y también el hado.
Sí, porque sin tener en cuenta las primeras consideraciones, que ya no se pueden pasar por lo alto, no es posible en verdad pugnar también con el destino, ¡especialmente si se llama Correos!
—Bueno, se tranquilice, le enviaré la obra trámite Correos. Por supuesto, ¡de inmediato! Nos sobra tiempo 35 días antes de la exposición, y por seguridad voy a enviar el paquete como carta certificada. ¡No puede ocurrir nada!
Así había dicho con timbre resoluto al señor Yo Puedo Exponer Todo También Tus Zapatos, y ya el primer día no se encontraba en la página web la expedición.
Miré otra vez en el localizador de envíos el día siguiente, ¡y aún nada!
—¡Le digo que no! En el estado de envío no está admitido.
Así empecé diciendo en la oficina de Correos antes de que el empleado me despidiera de manera firme contestándome:
—Caballero lo siento, pero Usted no puede presentar una consulta ni una reclamación antes de 15 días.
Y esto es lo que argumentó 15 días después:
—Caballero no se preocupe, este es mi trabajo, sencillamente no ha sido cargada en la página web la salida del paquete, no pasa nada, algunos días y seguro que se arregla. En todo caso Usted tiene el recibo, el número de código, el ticket, ¡no hay posibilidad de falta! Espere pacientemente otra semana.
—Caballero no se preocupe —me andaba repitiendo el responsable de reparto 25 días después del envío.
—Caballero no se preocupe —me contestaba la directora de la oficina 35 días después del envío.
—Caballero ahora ha llegado a Alemania...
—Pero como, ¡la exposición es en Italia!
—Caballero ¡ahora ha llegado a Inglaterra!
—No se preocupe...
—No se preocupe...
¡Y por qué preocuparme si ya ha cerrado la exposición!
Bien, no quiero enfadarme, pero ya que no me gustan las cosas pendientes quiero hablar con el Jefe de Todo, el Muy Excelentísimo Director General Señor Arturo.
—Le llamaba por el paquete, sabe... el que no se encuentra, ¿cree usted que sea posible saber más?
—Vamos, seguro. ¡Esto es mi trabajo! ¿Y qué hay en el paquete?
—Nada.
—Como... ¿Y por qué entonces lo ha enviado?
—¡Para darme cuenta si Correos es fiable!
—Me parece una locura, pero bien, a ver... le voy a decir todo ahora mismo. ¿Me puede proporcionar los datos y también la dirección del envío?
—Por cierto, aquí tengo un papelito, pues que soy un hombre meticuloso me gusta hacer las cosas de manera ordenada. Entonces, numero de envío RR000000000ES. El ticket tiene la fecha del siglo V a. C. y me ha salido 14 con 55 céntimos, y la dirección es: ‘Por el Muy Excelentísimo Director General Señor Arturo Lelo Alelado y Bobo y Burro y Tonto de Mis Cojones. Calle: Correos Sin Piernas. Ciudad: ¡No me Digas!’.
—Bien... ¿Y la calle no tiene número?
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