El último deseo
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El último deseo
Tengo 99 años, no bebo, no fumo, no hago más el amor y faltan pocos días a mi muerte. ¡Me aburro! Qué puedo hacer si no fastidiaros a vosotros.
Me gustaría tener una lengua bífida para saborearte y disfrutar de tu sabrosa boca y por otra parte explorar las profundidades de tus maravillosas narices...
—Señor... ¿señor me escucha, me oye? Entonces una lengua bífida, ¿he entendido bien? ¿Y no quiere una piel más suave y deslizante? Ahora está arrugada y no parece muy agradable a la vista. Vale, entonces también la piel. Y como ya está aquí podemos modificar la estructura interior, tonificar y elastizar los músculos, cortar los brazos, reunir las piernas para obtener una figura más sensual y envolvente. ¿Vale?
No he comprendido bien todo lo que me han dicho y francamente me da igual.
Ahora he vuelto a ser un chico de veinte años, no tengo más dinero en el banco pero para qué si puedo ir andando siseante por la jungla buscando mi pitón.
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