Evaluar las variables es algo imprescindible
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Evaluar las variables es algo imprescindible
Si no tienes inversiones financieras y los Reyes Magos el 6 de enero se presentan siempre después de que los ladrones les han quitado la cartera, ha llegado el momento de aprender que «la vida alegre» se puede conquistar también con el duro trabajo.
Si uno se conforma con unas golosinas, nadie te las puede negar, pero si quieres un coche de madera último modelo, accesoriado con alerones traseros para conferir mayor estabilidad al vehículo cuando está lanzado a la máxima velocidad, entonces no se puede contar con los Reyes Magos.
Al final del verano la tarea ya se adelantaba...
Algunos dibujos preparatorios para buscar línea y diseño (porque también el estilo tiene su importancia) y enseguida contratar en el sótano familiar todo el material: 2 tablas de madera, clavos y si la encuentro, un poco de pintura. Nada de ruedas, en Navidad los peñascos tienen solamente nieve. Y las herramientas se pueden hallar en la caja de hierro del abuelo, la que pone en la tapa:
☠CHI TOCCA MUORE☠
Así planificaba su plan de obras el niño ingeniero.
¡Un coche que no lleva ruedas tiene que evolucionar de otra manera! Bueno, adelante con el fuego... algunas rocas para enjaular la hoguera, una caldera grande y en el interior la madera puesta en vertical calentando en agua hirviendo. Y cuando sea tan tierna que se pueda comer, quince días secándose apretada en la morsa de banco de carpintero para tomar forma, pliega arriba, como ha de ser.
La caja ya está lista, es suficiente colocar en la parte inferior del vehículo las tabletas de madera elaboradas a pata de visir, fijarlas con tornillos a la carrocería y el Cocheskí podrá estrenar su nacimiento. Falta solamente la pintura roja y como el Barón volará cuesta abajo por la Escarpa De La Muerte cabalgando las fiestas navideñas.
—¡Qué suerte! —gritaba el niño bajando la ladera— ¡La nieve está helada!
Mientras la pendiente le proporcionaba velocidad, aún más, aún más...
—Nunca había disfrutado de una pista de cristal. ¡Qué suerte, qué suerte!
Como un rayo continuaba su carrera incrementando velocidad, aunque también el terreno estaba llano.
¡Más rápido, más rápido! Como un avión vibrante rumbando explotó entre las nubes al chocar contra las rocas lejanas amontonadas al final del campo.
Tan lejanas que parecía imposible.
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