Mare Monstrum
—¡¡¡Mucha lupa en culo ballenón!!! —vitoreaban los marineros terminando por fin la última ballena. A ritmo gritando, levantaban arpones sangrientos al cielo salpicándose la cara, arrojando al aire sus gorros azul oscuro tupidos por la sal marina.
—¿Por qué desearon deciros eso? —se preguntaban los cuervos marinos. Nadie podía oírlos en sus exclamaciones de ganancia si no ellos mismos. ¡Qué honor podían traerse si los vencidos no los podían escuchar!
Así pues, atemorizados, reflejaban entre ellos mecidos por la brizna en la cofa del palo mayor.
—¡¡¡Mucha lupa en culo ballenón!!! —perseguían gritando repetidamente a lo largo de fiordos perdidos, labrando fondos oceánicos y también surcando mares de hielo. ¡Sin detenerse!, hasta que al final bajo las aguas todo estaba limpio, nada de peces, algas, corales, pura agua sucia, tampoco la sal se podía encontrar si no lamiendo sus gorros.
—Por eso el mar se ha comido otra vez a los humanos —gruñía el viejo cormorán dando clases de vuelo a los polluelos—. De veras me molesta que nadie ha tenido tiempo de explicarme lo que tan fuerte aclamaban.
Con sosiego miraba el perfil con cuernos de las poderosas olas alearse raudamente, ganando al cielo un nuevo horizonte.
Retorciendo el cuello volvió a cuidarse de los menores que graznaron más fuerte.
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